by:
02/02/2025
0
Introducción:
El matrimonio es un diseño sagrado de Dios, pero muchas veces nos encontramos en situaciones que no imaginamos cuando dijimos “sí, acepto”. Puede ser que sintamos que nuestra pareja no está espiritualmente en el mismo nivel, que las expectativas que teníamos se han desvanecido o que estamos atrapados en un ciclo de frustración y queja sin ver cambios. Hoy queremos abordar cómo enfrentar estos desafíos desde una perspectiva bíblica, no para quedarnos en la queja, sino para crecer en el amor y la madurez espiritual.
1. Evaluando nuestra perspectiva sobre el matrimonio
Muchas veces entramos en el matrimonio con ideas erróneas:
• Que el amor será siempre fácil.
• Que nuestra pareja llenará todas nuestras necesidades.
• Que el otro cambiará con el tiempo a nuestra manera.
Sin embargo, la Biblia nos dice en Génesis 2:24:
“Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne.”
El matrimonio es un pacto, no un contrato que podemos romper cuando deja de ser conveniente. ¿Estamos viéndolo así o lo estamos tratando como una relación de conveniencia?
Reflexión:
• ¿Qué expectativas tenía del matrimonio antes de casarme?
• ¿Qué parte de mi perspectiva necesita alinearse con la voluntad de Dios?
2. Cuando hay un yugo desigual en el matrimonio
Algunas parejas enfrentan el desafío de estar en diferentes niveles espirituales. Puede ser que uno ame a Dios y el otro no, o que simplemente tengan valores diferentes en su caminar. La frustración en estas situaciones es real, pero la Biblia nos da un principio clave en 1 Pedro 3:1-2:
“Asimismo vosotras, mujeres, estad sujetas a vuestros maridos; para que también los que no creen a la palabra, sean ganados sin palabra por la conducta de sus esposas, considerando vuestra conducta casta y respetuosa.”
Esto no significa callar y aguantar, sino demostrar con nuestra actitud el amor de Cristo. En lugar de quejarnos, preguntémonos:
• ¿Estoy orando por mi pareja o solo quejándome?
• ¿Mi actitud refleja paciencia y amor, o más bien orgullo y descontento?
Ejercicio:
Piensa en tres cosas que puedas hacer esta semana para reflejar el amor de Cristo en tu matrimonio sin necesidad de palabras. Escríbelas y compártelas con Dios en oración.
3. Nuestra identidad no está en nuestra pareja, sino en Cristo
Muchos entran al matrimonio buscando validación y seguridad en la otra persona. Pero ¿qué pasa cuando la pareja no responde como esperamos? Si nuestra estabilidad emocional depende de nuestra pareja, estamos edificando sobre arena y no sobre la roca firme de Cristo.
2 Corintios 5:17 nos recuerda:
“De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.”
Nuestra identidad y propósito no dependen de nuestro cónyuge, sino de Cristo. Si ponemos toda nuestra carga emocional sobre la otra persona, tarde o temprano nos sentiremos frustrados.
Reflexión:
• ¿Estoy esperando que mi pareja me complete de una manera que solo Dios puede hacer?
• ¿Cómo puedo empezar a buscar mi seguridad en Cristo en lugar de en mi relación?
4. La queja no cambia matrimonios, la acción sí
Es fácil caer en la rutina de quejarnos por lo que nuestra pareja no hace bien, pero Santiago 1:22 nos da un llamado claro:
“Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos.”
La transformación en el matrimonio no ocurre con quejas repetitivas, sino con decisiones intencionales. Si llevamos meses o años diciendo lo mismo sobre nuestra pareja y nada cambia, es momento de preguntarnos si estamos dispuestos a cambiar nuestra actitud primero.
Ejercicio:
1. Escribe una queja recurrente que tienes sobre tu pareja.
2. Ahora, en lugar de enfocarte en lo que él o ella no hace, escribe qué podrías hacer tú para mejorar la relación.
3. Ora por esto y comprométete a dar un paso de fe esta semana.
Conclusión:
El matrimonio es un proceso de crecimiento y santificación. Dios no nos llamó a un amor basado en emociones pasajeras, sino a un amor que refleja Su fidelidad. Hoy tenemos la oportunidad de dejar la queja y abrazar la acción.
Compromiso: Esta semana, en lugar de enfocarme en lo que mi pareja no hace, me comprometo a:
1. Orar diariamente por mi matrimonio.
2. Reflejar el amor de Cristo con mi actitud.
3. Buscar mi identidad en Dios antes que en mi pareja.
El cambio en nuestro matrimonio empieza con nosotros. ¿Estamos dispuestos a dar el primer paso?
0 Comments on this post: